Interiorismo premium vs. arquitectura interior low cost

¿Cuáles son los riesgos de que un proyecto de interiorismo y las labores de construcción, sean acometidos por empresas distintas? Los estudios de arquitectura de interiores que también ofertamos y ejecutamos nuestras propias obras, nos encontramos con que muchas veces los trabajos son realizados por un tercero por una simple cuestión de costes. Sin embargo, ¿por qué a veces los diseños sobre plano y las infografías se parecen tan poco al resultado final?

Interiorismo barato o caro: he ahí el dilema

Clientes desencantados. Presupuestos de ensueño un tanto por ciento más económicos en la teoría, cuyos costos finales saltan por los aires conforme avanzan las obras. Propietarios cabizbajos y arrepentidos de su decisión de haber intentado abaratar unos cuantos euros. Estrés, caras largas y un vía crucis que convierten la materialización de un proyecto en un resultado que difícilmente se asemeja a la idealización de las infografías y simulaciones en 3D.

A los estudios de arquitectura interior como nosotros que no solo ideamos el interiorismo, sino que también llevamos a cabo la dirección de obra, suele ocurrirnos que:

  1. Al cliente le gustan y encantan nuestras ideas reflejadas en la propuesta, pero no comprende por qué ha de pagar por el diseño del proyecto.
  2. En aquellos casos en los que sí vendemos el proyecto, a veces, a la hora de llevar a cabo la traslación de esas ideas traducidas en una reforma integral o la construcción de una vivienda, los clientes se decantan por otro profesional. ¿Acierto o error? No es solo nuestro caso, es una situación que experimentan muchos colegas del gremio.

El hecho de que una empresa de reformas tome el testigo de un estudio de interiorismo para las labores constructivas, no tiene porqué suponer un problema. Muchas firmas de arquitectura de interior no cuentan con la plantilla ni el equipo humano para hacer las obras. Por otro lado, hay reformistas sobradamente cualificados para llevar a buen puerto esta tarea.

No es oro todo lo que reluce

Entonces, ¿por qué hay tantos casos que en los que cuando el rumor de los oficios trabajando afanosamente concluye, el resultante se asemeja como un huevo a una castaña a los diseños que con tanta ilusión aceptó el cliente? La respuesta, por lo general, radica en el precio.

El problema no es tanto que un reformista ejecute el trabajo, sino la elección del propio profesional en sí. Sobre todo si la única variable a tener en cuenta ha sido el precio. Ya hablamos en el artículo “Porqué un estudio de interiorismo no es una empresa de reformas” sobre las diferencias entre un perfil y otro.

¿Sabemos a quién estamos contratando?

¿Qué impresión te llevarías de un constructor que da vueltas y vueltas a un plano que es incapaz de interpretar? No, no es ciencia ficción ni una broma para un programa de cámara oculta. Nos ha sucedido.

Os contaremos una anécdota desde el mayor de los respetos y la crítica constructiva. Hace unos meses tuvimos una primera reunión con un profesional elegido por uno de nuestros clientes, para hacer la reforma de su vivienda proyectada por nuestro equipo de interioristas.

Nuestra propuesta también incluía una valoración de los gastos de obra. La propiedad la encontró elevada y buscó una alternativa. Dicho encuentro estaba destinado a realizar una puesta en común con la empresa de reformas, para hacerles entrega de los planos. Llegado el momento, el encargado de obra tenía serias dificultades para orientarse sobre el papel.

La lectura de un plano es un lenguaje universal que cualquier persona relacionada con nuestro sector, debe comprender. Son necesarias cualificación y experiencia. Los buenos profesionales, cobran por su trabajo en relación directa por el servicio que ofrecen a cambio.

Entre expertos, es más fácil detectar a alguien cualificado de quién no lo es. El cliente por el contrario no tiene tan desarrollado ese sexto sentido y es fácil que se sienta más atraído por el canto de sirenas de un precio aparentemente irresistible.

Presupuestos trampa y letra pequeña

Dentro de las ventajas y comodidades que la tecnología ha aportado a nuestras vidas, hoy es muy sencillo hacer una batida de profesionales en busca de presupuestos. Y ya que hablamos de internet, establezcamos analogía a modo de ejemplo: una cosa es hacer una compra de unos pocos euros por internet y, otra muy distinta contratar las obras de una reforma integral que generalmente va a superar las cuatro cifras.

Cuando ejecutamos un proyecto (no obra) hacemos un diseño, redactando una memoria exhaustiva en la que se detallan absolutamente todos los pormenores: trabajos y materiales. En su elaboración, es mejor pecar por exceso que por defecto por nimios que parezcan algunas de las partidas del desglose. De esta manera conseguimos.

  1. Facilitar la correcta interpretación de esta memoria hará que el resultado final de la obra sea idéntico al proyectado.
  2. Difícilmente habrá sobrecostes inesperados, ya que todo, absolutamente todo, está contemplado.

Proyectos llave en mano

Os contaremos otro ejemplo de un caso reciente en un proyecto de interiorismo estratégico, tras conceptualizar un restaurante. Facilitamos al cliente el contacto de un proveedor de cocinas industriales, una recomendación basada en el buen servicio y producto que suministra. Al cliente el presupuesto le parece elevado y encuentra una opción más económica, en torno a un 30% más barata.

En la reunión inicial en el local con todos los gremios implicados en la obra que realizamos para hacer una puesta en común sobre los trabajos y acciones a llevar a cabo, el nuevo proveedor de cocinas nos comunica que solo suministra el material, no tiene servicios asociados de instalación, postventa…

No dispone de plano de instalaciones, ni de una lista con los requerimientos técnicos. Vender un producto no asociado a un servicio, es algo del pasado. Si en industrias como la automovilística ponen un gran empeño en los servicios postventa es porque cada vez más el cliente demanda un servicio integral o llave en mano.

Las comparaciones son odiosas

A la hora de comparar presupuestos y ejercer el llamado derecho de tanteo, una vez más, tan vital es lo que se dice (está escrito) como lo que se omite. Puestos a contrastar, es tan importante el precio como que se especifique en un plano de iluminación que una vivienda necesita 32 enchufes de un modelo concreto frente a decir, genérica e inespecíficamente, materiales eléctricos. Esto mismo es aplicable a los gremios y servicios implicados

No se deberían cotejar los presupuestos solo por el montante del precio, sino por su contenido. De un lado está lo tangible, que son los materiales y suministros y también los intangibles: la calidad de los trabajos, el servicio, la atención, la experticia, los acabados, la capacidad para resolver los retos y los imprevistos que toda obra conlleva.

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